Artículo | El muro de la vergüenza español
Cuando el muro de Berlín fue derribado en el 1989, el mundo fijaba su mirada en la Alemania donde miles de familias y amigos volvían a juntarse tras décadas separados por una pared de ladrillo y hormigón. Aquel suceso prometía sin duda cambiar el mundo y las sociedades hacia una unión comunitaria. En cambio, desde entonces no se han vuelto a derribar muros, sino que se han construido, y no han tenido las miradas fijas del mundo, ya que se han vuelto invisibles. Convirtiéndose en paredes de hormigón, de ladrillo y sobre todo de silencio.
El muro de México, de Gaza, de Grecia y Macedonia, de Marruecos y España para evitar la entrada de migrantes a Europa, y el de el Sáhara Occidental, el segundo muro más largo del mundo después de la muralla China, son muchas de las paredes que a día de hoy siguen separando a familias y no solamente en un contexto físico, sino en un contexto social y de derechos humanos. Muros que dejaron de convertirse en simples paredes de hormigón y de ladrillo, y que además cada vez están más lejos de su destrucción ya que se construyen más altos y crecen poco a poco.
Cuando fueron abandonados y el colono marroquí ocupó sus tierras, asesinó a sus civiles y obligó a miles de personas a exiliarse en el desierto, Hasaan II ordenó la construcción del muro del Sáhara Occidental, un conjunto de 7 muros con más de 2700 kilómetros de distancia, rodeado de minas antipersona. Un muro que separa a familias que llevan más de 4 décadas sin verse, que viola los DDHH y sobre todo que está lleno de silencio. De ahí su nombre "El muro de la vergüenza".
El 13 de Noviembre, el Frente Polisario comunicaba el fin del alto al fuego cuando Marruecos no seguía los acuerdos firmados y atentaba contra civiles saharauis. Desde entonces el pueblo saharaui ha conseguido derribar el muro del silencio ya que su voz desde los territorios ocupados, campamentos o exilio ha sido escuchada. En cambio, parece ser que ese muro está volviendo a construirse. Poco más de dos meses de una guerra, que no promete ser corta, los medios de comunicación se han olvidado de ello, los políticos y las comunidades internacionales también, aunque estos últimos quizás nunca hayan llegado a recordarles. Pero no, esta vez no dejaremos que se vuelva a construir un muro, no conseguiremos que derriben la voz de un pueblo que lleva más de 4 décadas de silencio. Esta vez el muro lo construirá el pueblo saharaui, y será un muro lleno de esperanza y de una fuerza incansable por recuperar lo que algún día les robaron y quitaron.
Y seamos conscientes de que hay cosas irrecuperables. Jamás recuperarán a las mujeres que murieron en los partos en los campamentos, o a los ancianos por falta de medicamentos, ni a los niños por desnutrición y sed, y mucho menos a aquellos que van a arriesgar su vida por la dignidad de un pueblo, al que aunque le hayan robado todo, jamás le robaran la esperanza.
El muro de la vergüenza y sus 2700 kilómetros algún día desaparecerá, pero también deben de hacerlo esos muros invisibles, los cuales también son vergonzosos. Cumpliendo la promesa que hice en los campamentos sobre contar aquí lo que pasa allí, solamente os pediré un favor; no seáis cómplices de la construcción de ningún muro, ser cómplices de derribarlos.
Y a vosotros y vosotras, saharauis, nos podrán separar mediante cientos de muros, pero siempre soñaremos bajo la misma luna con veros libres.
Sahara Libre.
Maider Saralegi